La Dicción


Es la suprema cualidad de este arte y significa el respeto por la pronunciación hacer sonar las palabras valiosas, de no dejar de pronunciar los finales, de distribuir el tiempo entre las palabras y las frases, es el arte de introducir los sonidos, silabas y palabras en los ojos y oídos de quienes escuchan, de decir las frases, lo que se conoce como “fraseo”; de aprovechar las inflexiones de la voz, de los matices, de adaptar el timbre y la calidad de la voz a los sentimientos y emociones que se quieren expresar, de dar vida a la imagen que describe, de adornar la voz con acentos de fuerza, dulzura, suavidad, encanto y sobre todo el arte de los silencios.
Más allá de la vocalización (articulación), la dicción se refiere a la forma global de expresión del idioma. En términos generales, a su locución.
¿A qué llamamos “buena articulación”?
A la pronunciación clara de las palabras. Que los demás puedan oír y distinguir bien todo lo que decimos.
Por costumbre o pereza, algunas personas hablan con la boca muy cerrada, casi sin mover los labios. Otros, por timidez, adoptan un tono muy bajo y apenas se entiende lo que dicen.
A pesar de que con los ejercicios de respiración, vocalización y modulación, usted ha superado mucho su expresión, es necesario puntualizar normas generales para mejorar la dicción. 

No importa que algunas recomendaciones sean reiterativas. En el aprendizaje también: "lo que abunda no hace daño". 

•  Lea diariamente, en voz alta, párrafos de artículos selectos, poesías, fragmentos de narraciones, etc. Hágalo sin prisa. ¡Ojo! la prisa es mala consejera en la locución.
Con la indicada práctica usted se familiariza con diferentes estilos de redacción y se familiarizará con términos nuevos. Ponga especial énfasis en repetir las palabras que le resulten de difícil pronunciación.
•  Cuando lea, hágalo de pie y levante el texto a la altura de su cara (no incline la cabeza): respirará mejor.
Atención especial: seleccione temas bien redactados, con los debidos signos de puntuación y de preferencia, comience con frases cortas.
•  Piense siempre que está locutando ante un micrófono. Convénzase que es un buen locutor.
•  Tome un párrafo, de unas cuatro líneas. Transcríbalo eliminando todos los signos de puntuación (comas, puntos, signos de interrogación, etc.). Lea el párrafo sin los signos de puntuación (lógicamente no encontrará sentido) y, luego, vuelva a decirlo pero poniéndole mentalmente los signos.
Esta puntuación imaginaria le exigirá que dé sentido a lo que esta leyendo.
• Improvise una charla de dos minutos sobre cualquier tema, y, grabe esa improvisación. Escúchese y analice en qué tropezó. ¿Argumento?. ¿Énfasis? ¿Conocimientos? ... ¿qué faltó?. 

A lo mejor le parecieron muy largos los dos minutos; o no pudo coordinar bien sus ideas, o no se acordó más ... Ahora que ya reflexionó, tome un papel y escriba una sinopsis brevísima de lo que dijo y lo que pudo haber dicho en su improvisación.
En esa sinopsis, seleccione y ordene los cinco subtemas principales. 

Ahora sí, vamos nuevamente a improvisar la charla de dos minutos sobre el mismo tema. Se dará cuenta de la diferencia que existe entre improvisar sin un esquema mental e improvisar con el cuadro de referencia. 

Con esto, demostramos la importancia de organizar las ideas antes de exponerlas en una improvisación.

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