Muchas entrevistas que realizamos en noticieros o en radiorevistas resultan planas, y aburridas...¿Por qué?
Una de las causas más frecuentes es la actitud condescendiente que adoptan los entrevistadores con sus entrevistados. Les siguen la corriente, les hacen preguntas obvias, no se atreven a confrontar sus opiniones. Incluso, hasta se ponen de acuerdo con ellos previamente y les adelantan el cuestionario.
Esta actitud vuelve “didáctica” la entrevista, mata la espontaneidad y la necesaria sorpresa del diálogo.
Una técnica periodística muy empleada para dar dinamismo a las entrevistas es el abogado del diablo. El entrevistador no da su opinión, pero provoca audazmente la del entrevistado.
El juego del abogado del diablo consiste en formular las preguntas desde la acera opuesta, desde la posición contraria a la del entrevistado o entrevistada.
Supongamos que tenemos a un político de derecha. Le haremos las preguntas que querrían hacerle los oyentes de izquierda. Si el entrevistado es de izquierda será al revés. Haremos preguntas desde una perspectiva de derecha.
Si entrevisto a un economista sobre la canasta familiar, preguntaré desde la opinión de un ama de casa. Y si entrevisto al ama de casa, cuestionaré su eventual derroche o mala administración del hogar. A la feminista le haré preguntas machistas. Y al machista, preguntas con perspectiva de género. Al creyente lo interrogaré como ateo. Y al ateo, como creyente.
Este “cambio de roles” no supone falta de coherencia por parte de quien entrevista. Porque el entrevistador está representando a un público plural donde existen las más variadas posiciones y opiniones.
Cuestionar a la persona entrevistada tampoco supone faltarle al respeto. Al contrario, haciendo preguntas agudas, punzantes, ésta tendrá la oportunidad (si sabe aprovecharla) de responder con más filo, de expresarse con brillantez.
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